Por: GES News Agency
La confrontación entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el gobernador de California, Gavin Newsom, alcanzó un nuevo nivel de tensión tras el despliegue de la Guardia Nacional en Los Ángeles sin el consentimiento estatal, en respuesta a las protestas contra las redadas migratorias de ICE que sacuden la ciudad desde el fin de semana. Newsom calificó la acción como “ilegal” y “provocadora”, mientras que Trump justificó el envío de tropas bajo el Título 10 del Código de Servicios Armados, acusando al gobernador de “obstrucción” y sugiriendo incluso su arresto.
El despliegue, que comenzó el domingo con 2,000 efectivos de la Guardia Nacional y el posterior envío de 700 marines, ha sido duramente criticado por autoridades locales y defensores de derechos civiles, quienes advierten sobre los riesgos de militarizar las protestas. Aunque los soldados no participan directamente en detenciones, su presencia genera temor por un posible uso desproporcionado de la fuerza. Newsom denunció que gran parte de los efectivos se encuentran inactivos y sin recursos básicos, acusando a Trump de buscar un espectáculo militar para alimentar su ego.
El cruce de declaraciones entre ambos mandatarios escaló rápidamente. Mientras Trump arremetió contra Newsom y la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, calificando a los manifestantes como “insurrectos” y “agitadores profesionales”, el gobernador desafió públicamente al presidente a arrestarlo y advirtió sobre el peligroso precedente que esta intervención podría sentar para otros estados. La administración estatal presentó una demanda contra el gobierno federal por exceder sus competencias y violar la Décima Enmienda.
Más allá del enfrentamiento legal, el choque refleja dos visiones políticas antagónicas. California, con políticas de “estado santuario” desde 2018, ha limitado su cooperación con agencias federales de inmigración, mientras Trump ha denunciado repetidamente estas medidas como generadoras de “anarquía”. Analistas consideran que este conflicto podría fortalecer el perfil nacional de Newsom dentro del Partido Demócrata, al presentarse como uno de los principales contrapesos a las políticas migratorias del presidente.