Por Rolando López Ramírez
Cuando Trump dice “Make America Great Again”, uno pensaría que habla de progreso, innovación o competitividad. Pero no. MAGA, en la práctica, significa “Más Aranceles, Gasto Aumentado”, una receta infalible para convertir el comercio global en una pelea de vecindario… con palos y piedras.
Trump impone aranceles como quien echa salsa picante a todo: sin medida, sin lógica, y creyendo que arregla el platillo. “Aranceles traen empleo”, repite, como si el siglo XXI no hubiera llegado. Mientras tanto, los consumidores en Estados Unidos ven cómo los precios suben, los agricultores entran en pánico y las cadenas de suministro hacen yoga para no colapsar.
El nacionalismo económico suena bien en el mitin, pero en la caja registradora, MAGA duele. Una lavadora cuesta más, un auto ni se diga, y hasta el papel higiénico viene con sobreprecio patriótico. ¿Cómo se dice “inflación disfrazada de patriotismo”? Exacto: MAGA.
“América primero”, grita la consigna. Y sí, América primero… en pleitos comerciales, en subsidios desesperados y en hacer de la política económica un capítulo perdido de El Show de los Tres Chiflados.
Thomas Jefferson —si Trump supiera quién fue— ya advierte: “El comercio restringido es la semilla del conflicto”. Pero MAGA no siembra semillas, tira granadas. El resultado es una guerra comercial con China que daña a todos y no mejora nada. Lo que comienza como “protección” termina siendo una trampa costosa que el consumidor paga en la caja y el contribuyente, en forma de subsidios.
MAGA convierte al comercio internacional en una tragicomedia. China es el malo, México el abusivo, Europa el sofisticado sospechoso. Pero nunca —nunca— la culpa recae en quien pone los aranceles. Es como romper un jarrón y culpar al piso.
¿Y la recuperación de empleos industriales? Brilla por su ausencia. MAGA promete fábricas llenas, pero entrega bodegas vacías y discursos inflamados. Es el “regreso a la grandeza” en cámara lenta… y marcha atrás.
Como diría Einstein, si lo dejan opinar desde el más allá: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes.” MAGA lo hace, lo repite y encima exige aplausos.
Así que cuando alguien ondea la gorra roja con orgullo y dice “vamos a hacer a América grande otra vez”, uno no sabe si reír, llorar o esconder la cartera. Porque con MAGA, lo único que crece de verdad… son los precios.